El chocolate es considerado por algunos como un “dulce placer” al cual no pueden renunciar, pero he de confesar que no me considero una chocolate lover y que no es mi primera opción al momento de pensar en postre.

Sin embargo, como apasionada de la cocina y de ajustar-probar recetas, le he dado cabida al dark chocolate o chocolate negro como integrante en la despensa de la casa. Esta opción nos permite obtener los beneficios nutricionales del cacao.

Pero, a pesar de lo nutritivo que pueda ser y estar catalogado por algunos como un “superfood“, no soy una persona que se sienta a comer un postre chocolatoso y mucho menos una tableta o “cuadrito” de chocolate sea del tipo que sea.

Cómo llegó el nuevo integrante

Partiendo de esta premisa, hoy estoy con sentimientos encontrados, porque como madre hago el mejor esfuerzo por brindar a mis hijos alimentos de calidad, sin embargo no puedo tapar el sol con un dedo.

Los niños van creciendo y van asistiendo a más eventos sociales, comprenden mejor la televisión, son más curiosos y quieren explorar. Hasta aquí toda va bien, es el ciclo natural de la vida.

Pero qué pasa cuándo tu hija mayor, te dice por primera vez: -“Mami, quiero chocolate”-, a lo que le respondo automáticamente “hija no tengo chocolate, sorry” (cierto mentí). Ella insistía en que yo tenía chocolate.

Efectivamente sí tenía dark chocolate, pero en ese momento me sentí en shock y en cuestión de segundos comencé a preguntarme de dónde aprendió esa palabra, cómo sabe qué es el chocolate, cuándo lo probó, quién le dio chocolate. Y me sentí aturdida y asombrada a la vez.

Una tarde viendo la televisión con ellos, encontré la respuesta a mis preguntas en la serie Peppa Pig. Hasta allí todo iba bien, porque Fabiana aún no había probado el chocolate, pero tenía curiosidad y sabía que era algo que se comía en las tortas.

Mi hija es muy insistente y semanas más tarde cuando estamos preparando el desayuno me dice: “Mami, quiero porridge con chocolate”, en esta oportunidad no pude negarme y le dije que sí. Y ese día sería la primera vez que todos en casa probaríamos una nueva receta, que llegaría para quedarse.

Como padres también nos hemos convertido junto a nuestros hijos en exploradores, porque nos permitimos probar nuevos sabores.

A partir de ese día, Fabiana y en consecuencia su hermano, comen porridge o avena caliente con drops de dark chocolate, mientras que su padre y yo a veces lo comemos con nibs de cacao.

Y es así como le hemos dado a conocer el chocolate a nuestros hijos. Sé que un día no muy lejano probarán otras versiones que pueden estar cargadas o no de un sinfín de ingredientes, pero espero estar allí para enseñarles y seguir aprendiendo juntos.

Al final del día comer saludable es saber elegir inteligentemente nuestros ingredientes y controlar las porciones.

¿Te has encontrado en alguna situación similar?, atrévete a compartirla con nosotras.

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