Desde que iniciamos en casa el proyecto transformación, en marzo 2014, hemos ido incorporando cambios en nuestra alimentación y éstos se han ido reflejando en nuestra salud y en consecuencia en nuestro peso.
Para iniciar nuestro proyecto, empezamos introduciendo pequeños cambios para hacer este proceso perdurable en el tiempo. Nuestro primer paso se centró en reemplazar el pan de molde o de sandwich, con recetas que había recopilado de diferentes redes sociales. Algunas recetas las descartamos, otras nos encantaron y a otras les dimos nuestro toque personal, y es así hemos elaborado nuestro recetario.
Nuestro segundo paso se centró en reemplazar las harinas refinadas, y para junio de 2014, ya nos habíamos convertido completamente en”marrones” o “integrales”, he de confesar que en casa el arroz integral tuvo que ganarse la aceptación con mucho esfuerzo, ya que el tiempo de cocción es diferente, mientras que la quinoa ha sido la ganadora desde el primer día.
Aprendiendo a leer las etiquetas…
Otro gran paso se centró en aprender a leer las etiquetas para así poder comparar productos y elegir la mejor opción para nuestro estilo de vida. Tanta ha sido mi insistencia en la lectura de las etiquetas o en el semáforo (un sistema de codificación que algunas marcas usan en el Reino Unido), que cuando mi sobrina y mi madre estuvieron de paseo por Londres, aprendieron a realizar compras más saludables. Y mi sobrina decía “abuelita eso no podemos comprarlo tiene todo rojo”, “abuelita mi tía se va a enojar si compramos esto”. Y quiero hacer hincapié en este gran paso, porque he tenido la oportunidad de enseñarle a mi familia la importancia de leer la etiqueta y ha transcendido.
Para agosto de 2014, habíamos mejorado el método de cocción de los alimentos y aprendido a balancear nuestras comidas. En el proceso de aprendizaje me encontré con algunas frases “te vas a desaparecer”, “el cuerpo necesita un mínimo de grasa”, “un dulcito no le hace daño a nadie”. Sin embargo me mantuve fiel y firme en mi objetivo. A pesar de los comentarios, desperté la curiosidad en mi madre, mi gran maestra, quien se intereso en el libro que estaba leyendo de la Dra. Haylie Pomroy y también se animó a aplicar algunos cambios culinarios en casa, con mi hermana.
Hoy tengo la oportunidad de cocinar junto a mi madre y de compartir con ella mis dos pasiones comer y cocinar saludable. Juntas organizamos el menú de la semana, y compartimos la cocina. Somos un equipo, ella ejecuta las recetas y yo dirijo o viceversa. Cuando tengo el turno en la cocina, es mi momento para probar y crear recetas, y es cuando mi madre me dice frases como “un momento, que voy apuntar”, “esperame que quiero ver cómo lo preparas”, “y ¿esta receta va a estar en el blog?”, “y si le colocas un toque de esto y de aquello”. Pero este equipo también esta conformado por el gran jurado, Maurizio y Fabiana, quienes dan el veredicto final.
Me siento feliz de poder compartir esta pasión con mi familia y poder ver como juntos vamos aplicando cambios. De momento sigo disfrutando de la compañia y apoyo de mi madre, y espero seguir cocinando junto ella cuando vuelva a visitarnos.
Carolina