Uno de los tantos retos que se nos ha presentado como padres ha sido tomar la decisión de inscribir a nuestros hijos en la guardería a partir de los 2 años. Convencidos de los pro y contras de esta nueva aventura, comenzamos a buscar cuál de las opciones disponibles era la “más apta” para nuestros hijos.

En Londres, que sepamos nosotros, tenemos varias opciones Childminders, Nursery, Playgroup, Play Centre. La elección dependerá de la disponibilidad de cada una o su “waiting list“, el coste, horarios, menú, instalaciones, el personal, de tu instinto o de la sensación que te trasmita el lugar, etc.

En la búsqueda nos topamos con guarderías de ensueño tanto así que lo vimos reflejado en el coste, lo que nos hizo bajar el listón y seguir evaluando otras opciones. Al final del día queríamos que nuestros hijos estuvieran en contacto con otros niños en un ambiente seguro y limpio, bajo la supervisión y guía de personal calificado, pero que sobretodo ellos y nosotros nos sintiéramos cómodos.

Luego de mucho evaluar, conseguimos la guardería y debíamos definir los días y horas, que tampoco es fácil porque cada niño tiene su rutina (la cual puede sufrir variaciones) y sabemos a qué hora estarán cansados y querrán hacer su siesta, conocemos su punto de inflexión y en nuestro caso no queríamos someterlos a tantos cambios.

Cómo vivimos en casa el nuevo reto

La hora de la siesta. Según algunos libros los niños van reduciendo la duración de la siesta a medida que van creciendo, pero en nuestro caso esto es intermitente y depende de qué tan temprano se hayan despertado y cuán movido allá sido su día. Lo cual puede afectar o no su hora para desayunar, hacer snack, “lunch”, estado de animo, etc.

Partiendo de esta premisa, entramos en la disyuntiva qué turno o rango de hora será la mejor opción. En nuestro caso por cuestiones de disponibilidad y dado que Fabiana, había dejado de hacer siesta escogimos el turno de tarde, así ella desayunaría con calma y haría “lunch” en casa, pero además nos daba más tregua para lidiar con dos pequeños con necesidades y horarios diferentes.

Pasados unos meses decidimos solicitar cambio de turno, porque Fabiana terminaba la sesión de la tarde tan agotada que se ponía irritable con sus amiguitos de la guardería. Así que tan pronto hubo disponibilidad, nuestra pequeña comenzó a ir su “office” (así le dice ella a la guardería) durante el turno de la mañana.

Cuando llegó el turno de Alessandro, escogimos otra guardería para darle a cada uno su propio espacio. Con él no hubo duda y elegimos el turno de la mañana, porque de momento el pequeñín de la casa sigue haciendo siesta en la tarde.

Ciertamente la logística se hace interesante cuando tienes que manejar horarios diferentes, pero la flexibilidad es parte del camino de la paternidad.

  • Snacks y comida esto es harina de otro costal porque en casa somos muy recelosos con lo que comerán nuestros hijos y tenemos ciertos hábitos que queremos que mantengan. Por ejemplo: comer frutas y verduras, no esperar postre después de la comida, comer con la boca cerrada, comer cuando se tiene hambre, entre otros.

Iniciados ya con la guardería y pasados unos meses, empezamos a notar algunos cambios de comportamiento en Fabiana, al momento de comer. Nuestra alarma comenzó a sonar y acudimos a la guardería para aclarar la situación, porque no queríamos confundir a nuestra hija y tirar por la borda el camino ya andado.

Llegado el turno de Alessandro y ya con un camino recorrido, la experiencia ha sido diferente, ya que su horario de salida coincide con la hora del “lunch“, por lo que él solo come snack de media mañana en la guardería.

  • El idioma, en casa el idioma que utilizamos para comunicarnos es el español. Si bien siempre hemos llevado a nuestros hijos a actividades en inglés, también es cierto que han estado con nosotros. De esta manera hemos sido su traductor en algunos casos.

Dicen que los niños son como una esponja y que aprender el segundo idioma es fácil para ellos. En mi caso puedo decirles que como adulto, ciertamente no soy un niño, me he sentido frustrada cuando quiero comunicarme en otro idioma y no logro que me entiendan. Y como padres sabemos que nuestros hijos también tienen sus momentos de frustración.

Entonces decidimos hacer una prueba con Fabiana, ella y yo fuimos juntas a una actividad en la que ella estaría bajo el cuidado de una “Crèche” mientras que yo estaría en otra habitación en una sesión formativa. No había pasado ni media hora cuando me dicen que Fabiana está llorando y que no comprenden lo que ella está pidiendo.

Salgo de la habitación y me acerco a mi bebé, y entre lagrimas ella me dice que quiere agua. A partir de ese día, decidimos incluir algunas palabras de supervivencia en inglés y español, y a utilizar más el lenguaje de las señas para que ella pudiera comunicarle a otras personas sus necesidades básicas como: beber agua, pedir ayuda y comer. De esa manera podríamos reducir su frustración y todos estaríamos (o al menos nosotros) más tranquilos.

Con Alessandro la experiencia ha sido diferente, porque él suele cogerte de la mano y señalar lo que quiere, también nuestro pequeñín asiste a “play date” o “playdate”, de niños mayores (amiguitos de Fabiana) que hablan en inglés entre ellos, lo que ha permitido ir aprendiendo.

Reflexión

Ser padres es una aventura, y me he dado cuenta que sin importar cuál sea la decisión que tome siempre aprenderé algo, por lo que debo verle el positivo. En definitiva este camino de la paternidad va de de ensayo y error, podemos leer libros, leer foros, escuchar recomendaciones pero al final cada niño es diferente y como padres vamos conociendo a nuestros hijos día a día.

Me encantaría saber cómo sido tu experiencia con la guardería.

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